Panel Japón

Japón es uno de los principales importadores de alimentos del mundo. En 2010 compró 53 mil 800 millones de dólares en productos agrícolas. Sus principales proveedores son EE.UU., China, Canadá, Australia, Tailandia, Indonesia, Brasil y Chile

El embajador de Japón, Masashi Mizukami, fue uno de los oradores del Simposio Argentina y Asia en 2030: Estrategias en los Agronegocios para un mundo en Desarrollo, que se realiza desde el 7 y hasta el 9 de abril en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, organizado por el Programa de Agronegocios y Alimentos.

Según un trabajo sobre el futuro de la oferta y la demanda de alimentos en el mundo elaborado por el Instituto de Investigación del Ministerio de Agricultura y que lleva su firma, “en 2022 Argentina y Brasil estarán avanzando una posición más como exportadores de maíz y soja considerando la disponibilidad de tierras cultivadas y la posibilidad de expandir aún más su producción agrícola”.

Además de cereales como maíz y sorgo y subproductos de soja, Argentina provee a Japón de alimentos diversos como el mosto de uva,  bebidas alcohólicas, queso, tabaco, jugo de limón, miel, maní, preparados de carne, carne de caballo, algodón y chocolate.

No obstante, el monto total de los alimentos que salen con destino a Japón aún es muy reducido, ya que ocupa el número 25 del ranking en la compra de productos argentinos. Sin embargo, la Argentina podría tener un papel de líder si logra constituir alianzas con empresas para mejorar la tecnología de producción y manufactura, calidad y costos, de manera que los alimentos de bandera nacional tengan mayores ventajas para participar en los mercados del mundo.

Por su parte, el coordinador del panel dedicado a Japón dentro del simposio, el Ing. Agr. Ricardo Hara, destacó que ante el alto crecimiento poblacional de los países asiáticos, la Argentina debe generar mayor valor agregado, crear una plataforma exportadora con Brasil, Paraguay y Uruguay, apostando a la calidad institucional.

Japón es la tercera economía del mundo y el mayor exportador de productos agropecuarios a nivel global con 70 mil millones de dólares, seguido por China con 40 mil. El 90 por ciento de su población pertenece a una clase media que consume productos de alta calidad, a la que la Argentina está apuntando para proveer alimentos, tanto en calidad como en cantidad.

Una producción para paladares exigentes

Tatsuya Shimizu, investigador de Jetro, director adjunto del Grupo de Estudios Latinoamericanos se refirió a la integración de la cadena productiva y, específicamente a cómo agregar valor a cerdos y pollos.

La autosuficiencia de alimentos en Japón está basada en las calorías, de las cuales, en 2010-2011 el 40 por ciento se producen y el 60 por ciento se importan. Por otro lado, si medimos la autosuficiencia en términos de valor, el 70 por ciento de las compras son nacionales y el 30 por ciento corresponde a productos importados.

“En el caso del arroz, con protección del mercado, se abastece en 100 por ciento, y en las carnes en un 74 por ciento. En lo que respecta al trigo, al azúcar y a los granos de soja dependen de la importación”.

Los cambios en la población y la dieta, aportan datos para el análisis. Si bien en 2010 Japón tocó un pico de 128 millones de habitantes, en 2030 se prevé que este número baje. No obstante, esto no implicará una merma en la calidad de consumo. “Los japoneses no quieren cantidad sino calidad de alimentos en comidas preparadas tipo casero que pueden consumir en restaurantes, hoteles o en los hogares”.

Respecto de la cadena de valor de pollo –carne que producen e importan- la ofrecen en el mercado en tres niveles de calidad: el pollo común y el de marca que se expenden en los supermercados y el nativo, además del congelado de importación con un precio más alto.

Argentina exporta granos, cereales y productos derivados, con un tipo de commodities y con una estrategia flexible para ofrecer alimentos, materia prima y energía. Por lo tanto, al camino de los commodities se suma el de la integración de las cadenas de valor agregado. Éste último es el más difícil porque cada vez hay menos mano de obra dedicada a la industria.

Cuando las diferencias suman

El Ing. Agr. Gustavo Grobocopatel ing. expuso su experiencia en negocios con personas de otras culturas. La idea central es negociar y asociarse teniendo en cuenta modelos de gestión, presunciones básicas sobre diferentes temas y valores laborales. Convivencia, asimilación e integración, se vinculan a la gestión de cultura, un tema que cada día está más vigente, sumado a una filosofía de responsabilidad social de la compañía.

En virtud de que el panel está focalizado en Japón, mencionó algunas características culturales a tener en cuenta al momento de cerrar un negocio con una compañía japonesa. Así, marcó la diferencia “al hablar del valor del tiempo en cada una de estas culturas, al afirmar que los japoneses conciben la empresa como algo que los trasciende, mientras que nosotros creemos que si morimos, desaparece con nosotros”.

Mencionó también el valor de los símbolos, la confianza, que se construye a partir del conocimiento de la otra parte, el valor de la información y la idiosincrasia, ya que por ejemplo, “mientras para los argentinos copiar una idea es sinónimo de traición, para los japoneses, es símbolo de admiración”.

Dónde estamos parados

Juan Usandivaras, Lic. en Comercio Internacional, miembro de PROARGEX, que depende del Ministerio de Agricultura y brinda información de mercados, asistencia técnica y promoción institucional y comercial, afirmó que el rol de la Argentina en el mercado de alimentos es sólo relevante en el ámbito sudamericano, donde recibe el 30 por ciento de sus exportaciones contra el 17 por ciento que destina a Asia.

La participación Argentina en el mercado asiático y en el mercado mundial es del 3 por ciento, y en los últimos años, los alimentos elaborados, no commodities, crecieron levemente en las relaciones con Asia.

En pelets de soja, el 40 por ciento de nuestras exportaciones de alimentos se destinan a América del Sur, porcentaje que disminuye al 8,8 por ciento para Asia.

Usandivaras, afirmó que “los alimentos deben ser cada vez más competitivos, teniendo en cuenta cuestiones culturales para negociar con destinos exóticos o no tradicionales, adaptando nuestros productos a esos mercados. Para la Argentina el desafío es empezar a trabajar sobre asistencia técnica para desarrollar capacidades exportadoras con capital humano”.

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