En los últimos años se han desarrollado técnicas para estimar la productividad vegetal mediante sensores ubicados en satélites de observación terrestre. Estas técnicas se basan en que los vegetales absorben la radiación solar fundamentalmente en un rango de longitudes de onda que va de 400 nm (violeta) a 800 nm (rojo). Las longitudes de onda mayores a 800 nm (infrarrojo) no son absorbidas por los pigmentos vegetales y por lo tanto son transmitidas y reflejadas:
Las plantas, entonces, reflejan poca radiación en el rojo y mucha radiación en el infrarrojo, y esto las diferencia de cualquier otro elemento que se puede encontrar sobre la superficie terrestre (suelo, agua, nieve, etc). Con base en esta propiedad, se construyen índices de vegetación a partir de los datos obtenidos por sensores remotos. Un índice muy difundido es el Indice Verde Normalizado (IVN), que se calcula como la diferencia entre la radiación reflejada en el infrarrojo y el rojo, dividida por la suma de ambas (IVN = (IR – R) / (IR + R)).
El IVN es un estimador de la fracción de radiación fotosintéticamente activa absorbida por el canopeo. Esta relación provee la base teórica de la conexión entre el IVN y la productividad vegetal o "producción primaria neta" (PPN). La PPN es directamente proporcional a la cantidad de radiación fotosintéticamente activa absorbida por el canopeo, que no es otra cosa que la radiación incidente multiplicada por la fracción que es absorbida, la cual, como vimos, es estimada muy bien por el IVN. Naturalmente, para llegar a PPN se debe conocer la constante de proporcionalidad (épsilon) que transforma energía lumínica absorbida en gramos o kilos de materia seca producidos.
PPN = radiación incidente x fracción que es absorbida x épsilon.
Numerosos trabajos utilizan el IVN para estimar la PPN o la PPNA (la porción aérea de la PPN) en bosques, sabanas, pastizales y cultivos. Esto es posible por dos razones. En primer lugar, el IVN suele ser el componente más variable de los tres que componen la ecuación de la PPN. En segundo lugar, suele variar conjuntamente con épsilon y, por lo tanto puede integrar tanto la fracción de radiación absorbida como la conversión de energía en biomasa. Sin embargo, no debe desatenderse a la radiación incidente, que tiene una fuerte variación en el tiempo y en el espacio. Afortunadamente, esa variación es fácilmente conocida para cualquier punto del planeta y su variación es más predecible. Los sensores remotos ubicados en satélites no son más ni menos precisos en estimar la PPNA que los métodos de corte. Simplemente, ofrecen dos ventajas fundamentales: la facilidad para abarcar grandes superficies y la posibilidad de repetir las estimaciones en el tiempo.
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Laboratorio
de Análisis Regional y Teledetección
Facultad de Agronomía
Universidad de Buenos Aires