“Buscamos mejorar los ingresos de Tamberos Familiares”

Un proyecto de extensión de la FAUBA trabaja para mejorar el aprovechamiento del forraje y el ingreso económico de productores de leche de la localidad de Mercedes. El estudiante y productor tambero Alejandro Asenjo cuenta de qué se trata el trabajo que realizan desde 2017 en los tambos familiares.

El proyecto de extensión “Tambos Familiares de Mercedes” de la Facultad de Agronomía de la UBA propone aumentar los ingresos económicos que obtienen los productores de leche de la localidad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, a través de dos mecanismos: mejorando la disponibilidad y el aprovechamiento del forraje, y disminuyendo los costos de producción, el agregado de valor en origen, la mejora de la calidad de los productos y la creación de canales cortos de comercialización.

Alejandro Asenjo es estudiante de la FAUBA y tambero. Actualmente vive en Mercedes e integra el proyecto del que participan diez familias, la escuela media de alternancia CEPT Nº4, la Municipalidad de Mercedes, un equipo de estudiantes de diversas carreras y docentes de las Cátedras de Producción Lechera, Producción Ovina, Forrajes, Genética y la Secretaría de Extensión de la Facultad. En una entrevista explica de qué se trata el trabajo que realizan junto a Tamberos Familiares.

-¿Cómo surge el proyecto de extensión?
-En áreas periurbanas de ciudades y pueblos bonaerenses es común encontrar familias que se dedican a la producción láctea, a la elaboración de masa para muzzarella y quesos de campo. Las familias viven en el predio y suelen ser parte de una tradición de productores vinculados a esa actividad. Disponen de pequeñas superficies de campo y en general tienen dificultades para acceder a las maquinarias para la realización de ciertas labores, al acompañamiento técnico y al acceso a tecnologías apropiadas para su escala de producción. Son situaciones frecuentes la falta de forraje, que suele ser cubierta con alimentos concentrados y rollos de alto valor económico.
Frente a esta situación surge la propuesta de trabajar con productores tamberos familiares, tamberos con poca superficie de tierra o poca cantidad de animales. La idea es poder ayudar, aportar a que los pequeños productores no sigan la tendencia que viene teniendo la producción lechera en nuestro país que es la desaparición de los pequeños productores y la concentración en pocos productores de mucha cantidad de animales.

¿Cuál es el principal aporte que realiza la FAUBA en el territorio?
-La vinculación con los/as productores/as. El productor a veces en su dinámica de trabajo está metido de la tranquera hacia dentro y cuesta salir a encontrarse con el otro, a compartir problemáticas de la producción. El proyecto con la FAUBA genera esos espacios de intercambio entre productores, productoras, docentes y estudiantes.
También está el aporte más técnico, el de la producción de forrajes. Uno de los costos más importantes dentro de la producción lechera es la alimentación, entonces si hay una buena y adecuada producción de forrajes, se reduce el costo.
Nosotros como estudiantes, técnicos, ingenieros, aportamos la mirada del análisis de la situación, sistematizamos y planificamos tareas, generamos el lazo con los productores, construimos confianza y, a partir de ahí, planteamos posibles soluciones.

-El proyecto de extensión busca mejorar los ingresos que obtienen los productores de leche. ¿De qué manera?
-El tambo es una actividad sacrificada, el tambo es todos los días, no importa la fecha, no importa el feriado, no importa fin de año. Es un trabajo que también tiene algo de sentimental. Yo no sé si hay muchos trabajos que sean así. Mi abuelo hacía tambo, mi papá hacía tambo y yo hago tambo, y eso le da arraigo familiar. Esa actividad hace algunos años, rendía económicamente pero ya no es así. Es tanto sacrificio que, si vos no ganas plata, en algún momento lo largas.
Hoy en día parece que, si no producís un montón de litros de leche, no podes obtener una rentabilidad porque el valor que vos vendes la leche es un valor fijo, es el valor que paga la industria. Los grandes productores aumentan mucho el volumen de producción de animales y ajustan los números para poder obtener una rentabilidad. El pequeño productor queda ahí jugado, encima no tiene superficie de tierra, tiene campos chicos, muchas veces no es eficiente produciendo pasto entonces el costo de alimentación es más alto y termina trabajando por muy poco dinero, porque la rentabilidad que le queda es muy poca.

-Es necesario entonces preservar a los/as pequeños/as productores/as…
-El valor de la agricultura familiar, ya sea tambo u otra actividad, es el valor de reserva de cultura, es el valor de reserva de la diversidad cultural, de la biodiversidad, del arraigo. Es la persona que vive ahí donde produce, que cría a sus hijos, que tiene a su familia. Entonces, desde mi punto de vista, sí, hay que preservar a los pequeños productores, porque un tambo que cierra es un campo que se vende para el agronegocio o para hacer una quinta. Es sumamente importante poder aportar a que los productores le encuentren la vuelta y puedan hacer que su trabajo sea rentable.

-¿Cómo fue la situación en los últimos años?
-Estos años fueron muy duros por el tema de la sequía, fue una situación caótica y crítica, porque se perdieron animales, y la pandemia también nos golpeó así que estamos en un momento de relanzarnos y retomar el trabajo de otra forma.
Durante estos años arribamos al diagnóstico de que se trata de una cuestión de costos altos porque no se produce pasto eficientemente, no se produce y no se come eficientemente el pasto que se produce. Por otro lado, el valor de venta del producto que tienen es muy bajo entonces el margen es mínimo.

-¿Con el trabajo apuntan a mejorar la producción?
-Hay que apuntarle a una producción de pasto más eficiente y ahí estamos reduciendo los costos de producción; y por otro lado, trabajar en el agregado de valor, es decir, transformar esa leche en vez de masa para muzarella, en muzarella directamente o en un queso, ricota o dulce de leche, en cualquier producto que tenga un valor agregado y que ese valor agregado se lo pueda apropiar el pequeño productor y no la industria.
Que elaboren y lo puedan vender por ejemplo en la Feria del Productor al Consumidor de la Facultad. Entonces, ahí podrían estar obteniendo un valor mucho mejor por su producción.

-¿Buscan establecer una relación directa productor-consumidor?
-Sí. Como productores se apropian de los productos sin ceder a intermediarios. Pero lo más importante es que en ese canal corto de comercialización se genera el encuentro entre el que produce y el que consume, y ese encuentro es maravilloso, porque es donde uno le cuenta al otro lo que hace y cómo lo hace.

-Le transmite cómo produce el alimento que le está vendiendo…
-Es la oportunidad de transmitirle al consumidor una visión sobre la producción, que no es lo mismo comprar un producto industrializado que uno que tiene atrás una familia, producido de forma agroecológica, sin uso de insumos químicos, antibióticos o herbicidas.

-¿Cómo definirías a los/as productores/as familiares?
-El productor familiar piensa de otra forma la calidad de vida de los animales, un productor familiar no encierra un cerdo en una jaula donde apenas puede pararse y sentarse, un productor familiar no piensa en encerrar una vaca en un corral con paja para que de leche y que esa vaca jamás pueda tener acceso a una pradera de pasto y comerla; un productor que no genera emisión de gases de efecto invernadero, el productor familiar produce de otra forma y ese producir de otra forma, para mí, es el valor que le aporta a la sociedad.

 

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Sobre el autor

Esp. Lic. en Comunicación Social