Historia de la FAUBA


Dr. Pedro N. Arata
(1849 - 1922)



Como ninguna otra, la figura de Pedro Arata se halla indiscutiblemente asociada al establecimiento de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Este médico químico fue el más entusiasta constructor de la nueva casa de estudios nacida en los albores del siglo: como Rector, cuando la Facultad todavía no era tal, y como Decano, desde 1909 cuando el Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria se anexionó a la Universidad, Arata desarrolló una ímproba tarea en la edificación del nuevo centro de enseñanza. Así, además de llevar adelante el gobierno de las labores administrativas y docentes, y de asumir la responsabilidad de una cátedra (la de Química Orgánica), Arata se ocupó de proveer agua potable a todos los terrenos del establecimiento, agilizó la construcción de pabellones (en el momento de la inauguración, el 25 de setiembre de 1904, sólo existía el Pabellón de Química, afectado a las tareas administrativas y las clases), consiguió la instalación de una estación de ferrocarril (hoy Estación Arata) en los lindes de la Facultad, se ocupó de albergar en dependencias aptas el material para los laboratorios que había llegado de Europa y se encontraba guardado en cajones por la ausencia de instalaciones apropiadas, etc.

El Dr. Pedro Narciso Arata fue un importante protagonista de los primeros años de la ciencia nacional, y quizás, una de las figuras más destacadas de su disciplina, lo que le permitió ser un interlocutor legítimo de los principales científicos argentinos de su época, como Ameghino, Holmberg, Gallardo, el Perito Francisco Moreno (quien llegó a poner el nombre de "arata" a un nuevo fósil por él encontrado), y de figuras de la ciencia mundial de todos los tiempos, como Marie Curie.

Sus numerosos contactos con personalidades públicas, su intachable trayectoria científica y sus pergaminos de hombre honesto lo vincularían también con los máximos funcionarios públicos de las primeras dos décadas del siglo, como los presidentes Roca, Quintana, Figueroa Alcorta y Saénz Peña, a quien acompaño en 1911 en una travesía de carácter diplomático por los mares del sur (ver foto).

Con proyección internacional, fue miembro académico de las facultades de Ciencias Exactas, Ciencias Médicas y Agronomía y Veterinaria, y perteneció a institutos científicos de Madrid, Roma, Berlín, Santiago de Chile y París.

Hijo del matrimonio entre el italiano Nicolás Arata y la porteña Emilia Unzué, nació en Buenos Aires el 29 de octubre de 1849. Viajó a Italia en 1858, donde realizó los estudios primarios que culminaría en Buenos Aires, en el Colegio San José, en 1863.

Algunos años después, ingresó en el departamento de aplicación de la Universidad de Buenos Aires, donde culminó su primer año con medalla de oro, en 1868 y se graduó en 1869. Ya entonces, se perfilaba con sobradas condiciones para la docencia, dando clases particulares a muchos de sus condiscípulos. Al terminar los cursos, éstos, entre quienes se contaba a Roque Saénz Peña, José María Ramos Mejía y Luis Güemes, le retribuyeron con las obras de "Química Aplicada a las Artes" de Dumas, con una cariñosa dedicatoria. Éste tipo de libros marcaron al joven Arata e inclinaron su vocación hacia la ciencia química.

A los 25 años, en 1874, comenzó los estudios universitarios en la Facultad de Ciencias Médicas, al mismo tiempo que dictaba clases en la Facultad de Ciencias Exactas. Se graduó en 1879, con una tesis donde desarrollaba un estudio químico de las plantas: "Análisis inmediato de los vegetales".  Al poco tiempo, comenzó a dictar el curso de Química en la Facultad de Ciencias Médicas, cargo que mantendría hasta el final de su carrera docente, en 1911.

Junto a otros grandes científicos, de la talla de Estanislao Zeballos, Luis Huego, Francisco P. Moreno, Juan Kyle y Guillermo White, Arata creó en 1872 la Sociedad Científica Argentina, y un año después, el Club Industrial, antecedente de la Unión Industrial Argentina.

Su vocación profesional, a medio camino entre la química y la medicina, le hicieron volver la atención sobre la higiene de la ciudad y las medidas de asepsia en la elaboración de alimentos. Así, en 1874, organizó la Oficina de Inspección de Alimentos, que tendría una corta vida. Fue luego químico consultor de la Municipalidad y emprendió un viaje de estudios a Europa. De regreso, con nuevos conocimientos e ideas, creó en 1883 la Oficina Química Municipal, que dirigiría hasta 1911 (y que hoy lleva su nombre). Posteriormente, ocupó la presidencia del Departamento Nacional de Higiene y de la Comisaría de Patentes. En 1903, fue nombrado Director General de Agricultura, en el Ministerio de Wenceslao Escalante.

En todos estos cargos, Arata contribuyó a la higienización de la ciudad, aunque también se dedicó a la investigación pura. Como fruto de estos trabajos, publicó varias obras sobre higiene, química y alimentos, como "El clima y las condiciones de higiene en la ciudad de Buenos Aires", "Apuntes de química", "Lecciones de higiene", y su "Guía para el análisis inmediato de los vegetales". También colaboró en numerosas revistas, a través de decenas de artículos científicos sobre memorias de química con estudios y resultados originales sobre plantas medicinales y útiles de América.

En 1904, inició la etapa de su fecunda labor al frente de la Facultad de Agronomía.

Teniendo una bien ganada reputación como funcionario, su designación como primer rector del Instituto se decidió sin vacilaciones. "La elección no fue difícil –recordaría más tarde el Dr. Damián Torino, Ministro de Agricultura y protagonista directo de los primeros tiempos de la Institución-; reconocí en el Dr. Pedro Arata, a la sazón Director de Agricultura, sus dotes por nadie discutidas, de ilustración y capacidad."

Estas virtudes se manifestaban claramente en Arata. Aún especializado en la química, tenía una formación enciclopedista, como la que caracterizó a la implantación de la modernidad en el país. En el caso de Arata, esta formación tuvo clara traducción en su biblioteca personal: bibliófilo apasionado, llegó a reunir una colección de casi 60 mil obras de gran valor documental, muchas de las cuales forman hoy parte del patrimonio de la Facultad de Agronomía. Según algunos apuntes biográficos, Arata era "todo un profesor chapado a la europea y un sabio, dueño de una vastísima cultura. Sabía de todo y leía de las más diversas materias en varios idiomas."

Así, si bien dedicado a las ciencias naturales tuvo una educación de corte humanista y consignó gran parte de su tiempo a las letras clásicas y las artes.

El Ministro Torino recordaría con estas palabras la gestión de Arata en Agronomía: "La tarea fue pesada en exceso. Se le dio un lote de terreno desprovisto hasta de las comodidades más elementales. Todo hubo que hacerlo, salvo una modesta construcción que sirvió de base a la inauguración de setiembre, y momentáneamente para aulas. (...) Arata se multiplicó de mil maneras para hacer desaparecer tantos inconvenientes. Dio pruebas de una gran energía y de la mayor disciplina. Jamás flaqueóle el animo, ni debilitó su acción la presencia ningún obstáculo; luchó contra toda insuficiencia y venció."

Arata renunció a su cargo de Decano en 1911. En una nota dirigida al vicedecano Dr. Ricardo Schatz, Arata alega su avanzada edad y la convicción de que su tarea está finalmente cumplida: "Como lo hice presente en la sesión de incorporación del Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria de la Universidad, mi presencia en la dirección de la nueva facultad era de carácter precario; más, que sería por tiempo muy breve.

Dije, entonces, que mi edad y mi salud no me permitirían continuar con la pesada obligación de acudir desde las primeras horas de la mañana diariamente y siempre, a las tareas absorbentes de una institución nueva, que debe desarrollarse intensamente, so pena de perecer.

Demoré la proyectada gestión de mi jubilación accediendo a pedidos reiterados del Rectorado. No he podido postergarla racionalmente por más tiempo; acabo de obtenerla, después de 43 años de servicios universitarios.

Presento con profundo sentimiento esta renuncia al Decanato de la Facultad, a la que he dedicado con cariño los últimos siete años de mi actividad, pero lo hago con el convencimiento de su estabilidad asegurada (...)".

La renuncia al Decanato significó también su retiro total de la enseñanza, dado que de inmediato dejó también a la Cátedra de Química en Medicina. Entonces, fue desigando Presidente del Consejo Nacional de Educación (hasta 1916) y profesor honorario de la Facultad de Ciencias Médicas.

Hombre de gran porte y alta estatura, de mirada risueña, recogido, casi silencioso, que al hablar denotaba su alma feliz y se hacía rápidamente querible, Pedro Arata murió en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1922.

La Facultad le ha reconocido, en distintos tiempos, su labor fundadora: suyo es el nombre del Instituto de Química y del Pabellón donde dictó las primeras clases, de la Parada del Ferrocarril Urquiza, sobre la Avenida Chorroarín; de la biblioteca que guarda sus propios libros y de la avenida de las casuarinas que él mismo plantó hace ya casi 95 años. Son merecidos homenajes a un hombre de gran valía, fundamental para que la Facultad de Agronomía sea hoy la institución más afamada de la enseñanza agronómica en el país.

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